Hari Das



Camino a la Felicidad

Cada uno de nosotros está buscando la felicidad, pero nosotros no sabemos lo que es verdadera felicidad. Vemos muchos anuncios referidos a la felicidad, pero prácticamente hablando, vemos muy poca gente feliz. Esto es debido a que muy poca gente sabe que la plataforma de la verdadera felicidad está más allá de las cosas temporales. Es esta verdadera felicidad la que el Señor Krishna le describe a Arjuna en El Bhagavad-gita.

La felicidad se percibe generalmente a través de nuestros sentidos. Una piedra, por ejemplo, no tiene sentidos y no puede percibir la felicidad ni la aflicción. La conciencia desarrollada puede percibir la felicidad y la aflicción más intensamente que la conciencia no desarrollada. Los árboles tienen conciencia, pero no está desarrollada. Los árboles pueden estar de pie por un largo tiempo en todo tipo de climas, pero ellos no tienen forma de percibir los sufrimientos. Si a un ser humano se le pidiera que se quede parado como un árbol por solamente tres días, o incluso menos, él no sería capaz de tolerarlo. La conclusión es que todo ser viviente percibe la felicidad o la aflicción de acuerdo con el grado de desarrollo de su conciencia.


La felicidad que nosotros estamos experimentando en el mundo material no es verdadera felicidad. Si uno le pregunta a un árbol: “¿Eres feliz?”, el árbol, si pudiese, diría: “Sí, yo soy feliz, estando aquí parado todo el año. Yo estoy disfrutando mucho del viento y de la caída de la nieve, etc.”. Esto puede que sea disfrutado por el árbol, pero para el ser humano es un nivel muy bajo de disfrute.



Existen diferentes tipos y clases de entidades vivientes, y sus conceptos y percepciones de la felicidad son también de diferentes tipos y clases. Aunque un animal puede ver que otro animal está siendo sacrificado, él continuará masticando pasto, porque no tiene conocimiento para comprender que él puede ser el próximo. Él piensa que es feliz, pero al momento siguiente puede ser sacrificado.

Un hombre tonto, que no puede comprender lo que es la verdadera felicidad, busca la felicidad en este mundo material.
En india hay una historia de un hombre que no sabía lo que era el azúcar de caña, y a él le fue dicho que era muy dulce al masticarla. “¿A qué se asemeja”, él preguntó. “Se asemeja a una caña de bambú”, dijo alguien. Entonces el hombre tonto comenzó a masticar todo tipo de cañas de bambú. ¿Cómo puede él comenzar a experimentar la dulzura del azúcar de caña? Similarmente, nosotros estamos tratando de conseguir felicidad y placer, pero tratamos de hacerlo masticando este cuerpo material, por lo tanto no hay ni felicidad ni placer. Puede que momentáneamente haya algún pequeño sentimiento de placer, pero eso no es verdadero placer, porque es temporal. Es como una representación de relámpagos que podemos ver relampaguear en el cielo y que puede que momentáneamente parezca como relámpagos, pero el verdadero relampaguear está más allá de eso.

Debido a que una persona no sabe realmente lo que es la felicidad, él se desvía de la verdadera felicidad.

Hari Das


Observar el gigante universo que nos rodea, es como estar frente al altar del Infinito en forma de su espacio y tiempo eternos, con un funcionamiento tan perfecto que definitivamente nos convence de que la Conciencia Suprema es demasiado grande y completa. Y la vida, nuestra vida es un regalo divino y muy hermoso que proviene de este mismo Ser Supremo.


A menudo escuchamos a la gente quejarse del Creador: “si Dios existe y es tan amoroso, ¿por qué hay tanto sufrimiento? ¿Por qué Él lo permite?” Pero pretender culpar a Dios es una forma errónea de ver las cosas. Las circunstancias desagradables siempre son culpa o responsabilidad de quien toma decisiones equivocadas, debido a su inconsciencia. Lo peor que puede hacer un ser condicionado es cuestionar las intenciones de nuestro Padre y más grande bienqueriente. Tal acto nos sumerge en la más profunda y oscura tristeza del ego. Jamás debemos culpar al Creador por el abuso del principio de la sagrada libertad, el libre albedrío, el regalo más grande que Él no ha dado.

Dios nos mantiene y cuida, aunque a la vez nos otorga la responsabilidad de asumir las consecuencias de la libertad. Por ello Su sistema de acción y reacción, conocido como la ley del karma, indica que cuando viene algo desfavorable, esto tiene como propósito hacer caer en cuenta de que se está haciendo algo equivocado. Si no hubiera ningún tipo de reacción tras las acciones negativas, seríamos incapaces de notar cuando cometemos errores. Equivocarse sin que exista una advertencia, sólo puede provocar la repetición interminable del error. La idea de Dios al crear la ley de Talión (o del ojo por ojo, diente por diente), ha sido volvernos conscientes.

El impulso y la motivación que otorga la libertad pueden convertirnos en seres gloriosos, creativos, amorosos en grado sumo; además, pueden dar al mundo ángeles, devas o semidioses y devotos puros de Dios, seres sensibles deseosos de obtener la asociación del Señor y convertirse en instrumentos de su amor. El Señor ha creado la libertad para permitirnos estar a su lado, sin imponernos nada, ni siquiera Su amor.

Como el bien y el mal se debaten dentro de cada uno de nosotros, el ejercicio de la libertad también puede hacer de los seres humanos monstruos, personajes que abusan y mienten. Esto trae el sufrimiento, algo por lo cual no se debe culpar a nadie: el único responsable de “mi sufrimiento soy yo mismo”.

Srila Sridhar Maharaj, un importante maestro vaishnava de la India, dijo: "El entorno es perfecto; el equivocado es uno. El único responsable de las cosas que me ocurren, soy yo”. Continúa: “Dios es tan grande, amoroso y generoso que nos hizo a Su imagen y semejanza. Él nos creó con un cuerpo dotado de aspectos hermosos, entre los cuales se destaca el corazón amoroso, es decir: aquella facultad de sentir, pensar, desear y amar espontáneamente. ¡Ah Krishna, Tú nos has hecho bastante hermosos, bien dotados!”. Esto debería llevarnos a concluir que, en potencia, estamos habilitados para hacer cosas positivas increíbles. Pero no, muchos se escudan con palabras como: errar es humano, cuando culpar a los demás de “mis desgracias” es más humano, es demasiado humano. Así se niega que el libre albedrío pueda generarnos problemas.

Hay quienes no están interesados en aceptar la responsabilidad de los errores cometidos, ni sienten la necesidad de comportarse humildemente ante Dios para obtener de Él la ayuda y hacer un alto en el camino de las equivocaciones y las ofensas. Es más, se cae en la plataforma de negar la existencia de la divinidad, amparando la vida en lo absurdo, es decir: la creencia en que antes y después de la vida está la nada.

Dios es todopoderoso y nunca se equivoca; en cambio, los seres humanos nos equivocamos a cada paso. Esto en verdad, es desastroso; y debería hacernos ver la necesidad de pedir la misericordia de Dios, para no estar perdidos. Detrás de toda acción, de toda circunstancia, siempre está la bondad de Dios, aguardando a que corrijamos nuestras faltas.

Si cada quien admitiera su culpa, viviría sin ansiedad ni tristeza; además, si se aprendiera de los errores, se pasaría de la irresponsabilidad a la conciencia que exigen las acciones. Por este camino se alcanzaría la perfección de la vida: el bhakti, el amor puro y espontáneo, así como el servicio entusiasta a Dios. Esto sí es vida.

Ahora, al saber de quién es la culpa, cada quien debería tomar medidas para utilizar de la mejor manera la libertad. Las escrituras sagradas, los Vedas, aconsejan levantarse muy temprano en la mañana y cantar los Santos Nombres de Dios:

Hare Krsna Hare Krsna Krsna Krsna Hare Hare
Hare Rama Hare Rama Rama Rama Hare Hare

Este canto nos permite ingresar en el ámbito de la misericordia y adquirir una actitud de arrepentimiento por los errores cometidos. La recitación o canto de los nombres de Dios nos elevará a la plataforma del servicio con devoción, donde uno ya no sirve los caprichos personales sino la causa común y amorosa de la divinidad.

Esta meditación debe estar acompañada por el estudio de la filosofía del alma, consignada en libros como el Srimad Bhagavatam y el Bhagavad-gita, en donde la Suprema Personalidad de Dios da sus instrucciones. Lo cual sin duda ayuda a muchos a entender, por ejemplo, que hacer deliberadamente daño y engañar a las mujeres, así como abandonar a los niños, intoxicarse, matar a los animales, llevar una vida sexual descontrolada, entre otros, desvía a la gente y la hace infeliz.

Pongamos fin al acto de descargar nuestra culpa en los demás y en Dios, ante los problemas que nos trae la mala utilización de la libertad.

Por último una recomendación especial: cuando hagamos cosas valiosas o tengamos experiencias especiales en la vida, démosle todo el crédito a Dios; y cuando nos sucedan cosas desafortunadas, revisemos en nosotros las cosas que pudieron haber generado tal dolor. Estamos considerando aquí el karma, la reacción a lo realizado en el pasado.

¡Cantemos Hare Krishna, pongamos la vida en orden, y veremos cómo todo será muy bello!